La función principal de los carbohidratos es proporcionar
energía, aunque también desempeñan una función importante para la estructura y
el funcionamiento de las células, tejidos y órganos; además, sirven para formar
las estructuras carbohidratadas de la superficie de las células. Hay diversas
clases de moléculas carbohidratadas en el cuerpo: proteoglicanos, glucoproteínas
y glucolípidos.
Fuente y almacenamiento de energía
Los almidones y los azúcares son las principales fuentes de
energía y aportan 4 kilocalorías por gramo. Los polioles proporcionan 2,4 kilocalorías,
y la fibra alimenticia, 2 kilocalorías por gramo. En el intestino delgado, los
monosacáridos son absorbidos y pasan al torrente sanguíneo, desde donde son
transportados hasta los lugares en los que son utilizados. Los disacáridos son
descompuestos en azúcares simples por las enzimas digestivas. El cuerpo necesita
la ayuda de las enzimas digestivas para romper las largas cadenas de almidones
y descomponerlas en los azúcares por los que están formadas, que pasan
posteriormente a la sangre.
El cuerpo humano utiliza los carbohidratos en forma de
glucosa. La glucosa igualmente se puede transformar en glucógeno, un
polisacárido similar al almidón, que es almacenado en el hígado y en los músculos
como fuente de energía en la que el cuerpo puede disponer fácilmente. El
cerebro y los eritrocitos o glóbulos rojos necesitan la glucosa, ya que no
pueden emplear otra fuente de energía: ni grasas, ni proteínas, ni ninguna otra
forma de energía. Por esta razón y motivo se debe mantener perseverantemente el
nivel de glucosa en sangre en un nivel óptimo. Para cubrir las necesidades
energéticas del cerebro se necesitan aproximadamente 130 gr de glucosa al día.
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